Entre una foto y otra hay miles de kilómetros de distancia, tienen dos cosas en común; las dos corresponden a medios de transporte y fueron tomadas por el mismo fotógrafo. La diferencia estriba en que uno se come y el otro nos come. Dicen que tenemos memoria a partir de los cinco o seis años, pero por más que trato no recuerdo los autobuses de mi niñez. Muy pronto tuvieron que desaparecer aquellas General Motor, solo quedó en mi retina las guaguas de América en las que salíamos de excursión a la playa desde la calle 8 frente al parque. Tengo recuerdos de los autobuses Leyland y los Pegaso y de alguna que otra mas pequeñas que circulaban que no recuerdo si eran checas o chinas, por no dejar de mencionar a nuestras Girón. Para un cubano hablar de transporte es una pura tragedia griega. Cuando las cosas fueron a peor surgió gracias al ingenio humano un híbrido de transporte cuya capacidad desbordaba todo conocimiento acumulado hasta ese entonces en lo que a tecnología de transporte se refiere. El Camello cubano surgió como una nueva especie capaz de tragar lo inimaginable. En teoría su capacidad era de 120 personas pero la realidad fue bien distinta, puede ser que hayamos alcanzado records sin saberlo de más humanos por metro cuadrado, la historia lo determinara. Los Santiagueros fuimos de las primeras víctimas. Obligados a transitar por caminos rectilíneos, la ruta Santiago-Habana, se pintaba sola y rápidamente nuestra pequeña estación fue testigo de su presencia. Ultimas informaciones relatan que es ya una especie en extinción, no sera por el cambio climático, otras razones lo habrán provocado.
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