En 1969 fecha de emisión de este sello comenzamos a perder de vista a muchos compañeros de clase o de juego, no entendíamos bien por ese entonces el termino de emigrar ni cuanto dolor causaba en el seno de nuestras familias y en nosotros mismos, pero la realidad era esa y había que aceptarla. Hoy gracias a la nuevas tecnologías aquellos amigos se vuelven a encontrar; con canas, sin pelo, unos kilos de más en fin con el pecado encima del tiempo vivido. Desde los rincones mas impensados te llega un correo de alguien que fue parte de tu vida. Casi siempre hay un aspecto que nos une en el recuerdo y es sin dudas la pelota. Nuestro pueblo tiene un arraigo y una cultura del béisbol nada despreciable, fueron muchos los peloteros Santiagueros que lograron un prestigio profesional y en nuestra generación algunos de nuestros amigos de juego o compañeros de colegio también lo consiguieron. Por lo general eramos todos Industrialistas quizás motivados por hombres como Pedro Chávez o Armando Capiró, representantes de la época en que comenzamos a sentir la pelota con verdadera pasión. Era un orgullo natural ver jugar en un campo a compañeros de infancia como Pedrito González o Roberto Sánchez que tuvieron su comienzo jugando a la mano en algunas de nuestras calles o escuchando quizás los consejos de nuestro profesor Manino.
Para justificar que utilizo la cocina como pretexto me traslado por un momento al Estadium del Cerro y recuerdo a los que vendían café en esos vasos pequeñitos que literalmente lanzaban desde un termo con un pitoque y de los bocaditos y africanitas que comíamos por lo general a la altura del quinto inning. Con el paso del tiempo eran nuestras madres quienes se encargaban de hacer las colas para comprar pizza o las croquetas pega cielo aunque se perdieran el juego.
Para los amigos de siempre van estas letras y el sentimiento de alegría por habernos encontrado de nuevo en el camino de la vida.
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