viernes, febrero 20

Rey por derecho propio


Una cocina sin un huevo no es cocina. Al margen de su valor proteico y contenido de vitaminas el huevo representa en la cocina a ese jugador de pelota versátil, que todo director de equipo quiere tener. Por si solo ya tiene un nombre , pero esta presente en una gran mayoría de platos como jugador necesario aunque su presencia pase por alto.
La calidad interna del huevo depende de varios factores, alimentación de las aves, etc. Pero ese es un tema para los científicos. Lo que centra nuestra atención sin lugar a dudas es su color externo y su procedencia. Preferimos por regla general a los huevos morenos y que provengan del patio de la casa. En Santiago era habitual tener nuestras gallinas ponedoras en el patio de casa o estábamos confiados en que el vecino nos regalara alguno. Algo cierto. es que el color de las yemas no tenia nada que ver con los huevos de granjas, y encima de un arroz blanco son mucho mas presentables.
Se me hace obligatorio al tocar este tema compartir con ustedes una experiencia vivida con un amigo muy querido por todos nosotros, Ismael Balido, que en alguna otra ocasión he comentado. Durante su visita al Principado de Asturias el pasado verano, este buen hombre y yo entramos en una pequeña tienda de comestibles y mientras esperábamos que nos despacharan lo observe mirando para la misma cesta que aparece en la foto. Con su voz firme y educada pregunto ¿ y estos huevos de donde son?. La señora sorprendida le responde ¡de casa, son de casa!. Púes yo quiero, respondió. Al salir, Ismael me confiesa que hacia años que no veía huevos tan frescos y con aquel color, y estado natural. Lo anterior dio al traste con el fricasé de pollo que teníamos y fue inevitable comer arroz blanco con huevo frito del patio.
¿ Tenia usted gallinas en su patio de Santiago?. ¿ Sabe usted freír un huevo?. Esperamos su colaboración

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