despreciable utilizar estas flores, que a decir verdad invitan a pensar en la más pura virginidad y en el amor eterno por encima de toda condición humana. Sin embargo de ellas se origina un fruto cuya pulpa de solo pensar en ella se nos estremece el cuerpo y las glándulas salivares se precipitan como ríos de pasión.
Para un Santiaguero era fácil verlas camino de nuestro Cacahual, muy cerca del restaurante La Tabernita donde alguien tuvo la genial idea de plantar estos hermosos arboles que en época de floración brindaban todo su esplendor con el sentimiento mas agridulce que se pueda imaginar.
Hoy gracias a la voluntad y al cariño de una persona entrañable, quien me ha enviado esta foto desde la ciudad de Miami y en especial tomada en su propio patio, he vuelto a ver y a recordar a nuestro Tamarindo de siempre.
La Flor del Tamarindo, da origen a ese fruto que tantas veces comimos en nuestro viejo Santiago a pesar de su sabor tan característico. La pulpa una vez extraida y procesada daba paso a un refresco muy especial con ese sabor que nunca se olvida.
El Tamarindo indica, es una especie originaria de Asia y el este de África, su nombre proviene del árabe Tamar hindi, llego hasta América de la mano de los españoles y su cultivo se extendió por todas las Antillas, México y Estados Unidos.
El tamarindo tiene propiedades nutritivas únicas, tiene una gran cantidad de vitaminas y un altísimo contenido de fibra, se recomienda para , resfriados, tos, vómito y hemorroides, es laxante y un eficaz remedio contra la resaca. Gracias a los árabes el tamarindo se popularizó en la Europa de la Edad Media donde, debido a las propiedades alimentarias de su pulpa agridulce, refrescante y laxante en grandes cantidades, se convirtió en algo conocido pero exótico.
Es utilizado mucho en la alta cocina por su poder de realzar el sabor de otros alimentos y forma parte como ingrediente de salsas muy típicas de la cocina inglesa. En el sur de la India es un alimento basico.
Poema del Puertoriqueño Evaristo Ribera Chevremont( 1896-1976), hijo de españoles y uno de los más grandes poetas Antillanos.
EL TAMARINDO
EL verde tamarindo bríndale al patio estrecho,
sin hierbas y arenoso, sombra ceñida y mansa;
y, dulce de amistades y años, en el techo
de zinc de la vivienda su ramaje descansa.
De los soles blancuzcos, rígidos, no se cansa
el árbol oleoso, tremador y derecho;
junto a él, el extático rumiador se remansa,
distante del propósito, del afán y del hecho.
El patio reducido goza su compañía
en la uniforme y lenta seguridad del día,
persistente en un ritmo despejado de lutos.
Me exalto cuando el árbol, en su mejor momento,
esparce por el patio caliente y polvoriento,
donde el lagarto inflámase, sus agridulces frutos.
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