De los españoles heredamos el gusto por el buen chorizo, la fabada, la sidra o el vino. Pero en la cadena genética los caracteres que determinan la predilección por el fútbol en algún momento de nuestra historia se rompió. Mientras todos o la mayoría de países de influencia hispana se mueren por este deporte en nosotros llega de soslayo y sin poderío alguno.
El domingo España estará por primera vez en una final de un campeonato del mundo, el país se paralizará, los corazones estallaran y las lágrimas pueden aparecer. El pasado miércoles las huestes alemanas cayeron ante el buen juego español y esto fue una verdadera locura nacional. Santiago de la Vegas y la Habana entera se sumaron a este triunfo y nadie aun puede decir de donde "coño" salieron tantas banderas españolas ondeando bajo nuestro cielo.
Pero aunque no sea muy conocido, Cuba tuvo su historia futbolística. Aunque parezca mentira en los años de la década del 20 y 30 existía en el país una incipiente liga de fútbol y se crearon terrenos para la practica exclusiva de este deporte, su popularidad alcanzo niveles similares al béisbol. Los españoles radicados y los hijos de estos eran los más presentes, así como ingleses que trabajaban en la isla. El nivel alcanzado permitió que Cuba fuese invitada a la Copa del Mundo de 1938 celebrada en Francia, en lo que seria el último gran evento deportivo que se celebrase antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Cuba llego a cuartos de finales después de derrotar a Rumanía (2-1) sucumbiendo ante Suecia por un aplastante (8-0). Sin embargo algo ha faltado para que el fútbol cubano tuviese logros posteriores en la arena internacional. Probablemente haya sido relegado por el béisbol y los niños prefieran el bate y la pelota, es un tema a investigar. Por el momento nos vale que los gallegos de la madre Patria se la jueguen el Domingo, suerte para ellos.
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