lunes, agosto 30

Popular en España.

Después de una comida y un café encender un cigarro es el colofón de un buen momento, aunque seamos conscientes que en cada bocanada de humo se vaya parte de nuestra vida. Los que tenemos la desgracia de poseer este hábito, vicio, adicción o como se le quiera definir nunca vemos el problema como nuestro, escuchamos las campañas anti-tabaco o conocemos de alguien afectado pero hablando en castellano nos entra por un oído y nos sale por el otro.

Aprendimos a fumar allí en el viejo Santiago y sufrimos en los momentos que adquirirlo era todo un reto. Recuerdo la época de estudiante universitario cuando hacíamos una rueda para fumarnos un solo cigarro entre 4 o 5 después de haber pagado entre todos 10 pesos por una cajetilla. A los que hoy rondamos los cincuenta no nos tocó la cuota mensual que daba el estado, la misma que en estos días tuvo su final. Dependíamos de alguien que no fumara en la familia o de los que negociaban con ellos.

En España en la actualidad se cierran cada vez más las puertas a los fumadores. Se ha prohibido en todas los centros de trabajo, lugares públicos cerrados y para el mes de enero del próximo año no se podrá fumar en bares, cafeterías o restaurantes. Al margen de lo dañino que puede ser para la salud lo es también para el bolsillo. Fumar representa un coste que ya no todos se pueden permitir. La mayoría de marcas sea de tabaco rubio o negro sobrepasan los 3 euros no existiendo diferencias significativas entre ellas. Hace algunos años el tabaco negro era senciblemente más barato que el rubio. Mientras una cajetilla de Ducados, el negro por excelencia costaba 100 pesetas es decir menos del euro, el Winston o el Malboro se acercaban a las 300 pesetas. Para los fumadores de negro la llegada al mercado de un tabaco procedente de Cuba nos hizo respirar ya que se vendía más barato que el Ducados, pero en la actualidad están equiparados. Como ironía del destino hoy fumo Popular la misma marca de cigarros de mi comienzo. El daño que me puede hacer es el mismo, pero quizás lo acepte con más romanticismo.

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