Cristo de la Bahía de la Habana |
El Viernes Santo conmemora la Pasión y Muerte del Señor. Dos documentos de venerable antigüedad (la Traditio Apostólica de San Hipólito y la Didaskalia Apostolorum,ambas del siglo III) testimonian como práctica común entre los cristianos el gran ayuno del Viernes y Sábado previos a la Vigilia Pascual.
Sin embargo, habrá que esperar hasta finales del siglo IV d.C. para encontrar, en Jerusalén, las primeras celebraciones litúrgicas de la Pasión del Señor: se trataba de una jornada dedicada íntegramente a la oración itinerante; los fieles acudían del Cenáculo (donde se veneraba la columna de la flagelación) al Gólgota, donde el obispo presentaba el madero de la Cruz. Durante las estaciones se leían profecías y evangelios de la Pasión, se cantaban salmos y se recitaban oraciones.
Los testimonios más antiguos de una liturgia de Viernes Santo en Roma proceden del siglo VII. Manifiestan dos tradiciones distintas, y nos han llegado a través del Sacramentario Gelasiano (oficio presbiteral con adoración de la cruz, liturgia de la palabra y comunión con los presantificados) y el Sacramentario Gregoriano (liturgia papal, limitada a lecturas bíblicas y plegaria universal).
En estos días de recogimiento espiritual y de penitencia, las calles de los pueblos cristianos reciben el paso cadencial y silencioso de las procesiones y las liturgias y saetas rompen el silencio más mudo. Allí en la Habana de todos puede que nuestras angostas calles reciban el paso de feligreses y del pueblo en general. Muy cerca estará como siempre el Cristo de la Bahía, mirando a su pueblo como lo hace desde el 25 de diciembre de 1958, año en que vio la luz. Con sus 320 toneladas y 20 metros de altura, más que las 67 piezas de blanco mármol de Carrara(Italia) que lo componen, esta su mirada de fe en el futuro.
Sin embargo, habrá que esperar hasta finales del siglo IV d.C. para encontrar, en Jerusalén, las primeras celebraciones litúrgicas de la Pasión del Señor: se trataba de una jornada dedicada íntegramente a la oración itinerante; los fieles acudían del Cenáculo (donde se veneraba la columna de la flagelación) al Gólgota, donde el obispo presentaba el madero de la Cruz. Durante las estaciones se leían profecías y evangelios de la Pasión, se cantaban salmos y se recitaban oraciones.
Los testimonios más antiguos de una liturgia de Viernes Santo en Roma proceden del siglo VII. Manifiestan dos tradiciones distintas, y nos han llegado a través del Sacramentario Gelasiano (oficio presbiteral con adoración de la cruz, liturgia de la palabra y comunión con los presantificados) y el Sacramentario Gregoriano (liturgia papal, limitada a lecturas bíblicas y plegaria universal).
En estos días de recogimiento espiritual y de penitencia, las calles de los pueblos cristianos reciben el paso cadencial y silencioso de las procesiones y las liturgias y saetas rompen el silencio más mudo. Allí en la Habana de todos puede que nuestras angostas calles reciban el paso de feligreses y del pueblo en general. Muy cerca estará como siempre el Cristo de la Bahía, mirando a su pueblo como lo hace desde el 25 de diciembre de 1958, año en que vio la luz. Con sus 320 toneladas y 20 metros de altura, más que las 67 piezas de blanco mármol de Carrara(Italia) que lo componen, esta su mirada de fe en el futuro.
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