A perro flaco, todo se le vuelven pulgas |
En el mundo que nos ha tocado vivir cualquier refrán tiene cabida y le llegan las pulgas desde todos frentes, como a ese perro olvidado, soñoliento y cabizbajo que deambula sin destino; Crisis de la economía global, cambio climático, guerras declaradas y sin declarar, indignados por doquier, perdida de valores y encima ya somos siete mil millones de bocas a llenar.
Sin temor a la equivocación podríamos estar todo el día hablando a manera de refranes o mejor dicho refraneando sin decir una mentira, reflejando categóricamente aquel pasaje del Quijote donde el Hidalgo de Cervantes le dice a Sancho "Paréceme Sancho que no hay refrán que no sea verdadero porque todos son sentencias de la misma experiencia, madre de las ciencias todas".
El próximo 20 de noviembre España entera esta llamada a las urnas en unas elecciones generales, revestidas de sueños o quimeras, podremos decir entonces que a rey muerto, rey puesto, a río revuelto ganancia de pescadores, a mal tiempo buena cara, a todo cerdo le llega su San Martín, agua pasada no mueve molinos, o quizás al que Dios se lo dio San pedro se lo bendiga. Escucharemos a los políticos con sus programas electorales, aunque a palabras necias oídos sordos o a otro perro con ese hueso porque al final a la tercera va la vencida, aunque la realidad nos diga que la mona aunque se vista de seda mona se queda.
El origen de los refranes es muy antiguo, han existido siempre y en todas las culturas, transmitiéndose oralmente de generación en generación; se consideran la sabiduría del pueblo, expresada de manera simple, dando algún consejo o simplemente haciendo resumen de hechos y situaciones ya conocidas. Los refranes sobreviven porque son atemporales y de temas muy variados. Hay refranes sobre el tiempo, el trabajo, la mujer, el hombre, los niños, refranes religiosos, anticlericales, sobre la vida y la sociedad, etc.
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