sábado, julio 30

Toulusse, hasta siempre.

Corren tiempos difíiciles para los seres humanos, no es extraño el día en que no tengamos noticias de acontecimientos tristes, que por alguna que otra razón están relacionadas con la muerte de personas; guerras, accidentes, catástrofes o crímenes de mentes desquiciadas llenan los tabloides y telediarios de todo el mundo. Hago esta reflexión porque a veces tendemos a vanalizar o ridiculizar el sentimiento que se puede tener por la perdida de una simple mascota o animal de compañía pero la realidad te golpea cuando te das cuenta que detrás de su presencia hay una parte de tu vida que marcha con ellos. Ayer nuestro gato Toulusse falleció, después de trece años de vida compartida, no pudo soportar el paso del tiempo y su sistema renal colapso por completo. Nació en casa y lo vimos crecer junto a nuestros hijos soportando sus travesuras de felino, sus reclamos mañaneros por la comida, sus rasguños en el sofá pero su ausencia deja un vacio que duele, que te hace reflexionar hasta donde puede llegar su influencia en tu propia existencia. Hace más de 10 000 años que el hombre vive en compañía de animales. Se considera que los perros y los gatos son animales que tienen poca utilidad para el ser humano, excepto por lo que los antropólogos denominan utilidad residual. Para la mayor parte de los occidentales, la función de la mascota es precisamente la de su inutilidad para cualquier cosa que no sea el propio placer de contemplarla. A diferencia de el perro el gato crea su mundo particular del cual tu eres simplemente algo más. El gato no vive contigo tu vives con el gato, sin embargo saben expresar a su manera muy particular lo que para ellos significa aunque no sean muy poco expresivos.  Así era Tolousse orgulloso y prepotente pero al final de su vida su mirada decía más que cualquier sabiduría antropológica, se dejaba acariciar como diciendo fue un placer compartir mi vida con ustedes y nunca me olviden.

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