Conocer ciudades de todo el mundo, su cultura, sus hábitos de vida es un anhelo para muchos y una realidad para muy pocos. La arquitectura presente o el idioma que se escucha pueden ser factores identificativos de un determinado lugar, aunque la gran deversificación y la influencia de los dominios en épocas coloniales o de conquista pueden tender a la confusión.
En un ejercicio de conocimiento si nos taparan los ojos y nos colocaran en el centro de Granada al abrirlos pudiéramos pensar que estamos en cualquier ciudad del mundo árabe, algo similar nos pasaría con las grandes casas de estilo victoriano de los Ángeles cuyo aspecto nos incitaría a buscar con la vista el Big-Ben de Londres, ejemplos pudiéramos encontrar infinidad de ellos. Pero hay un detalle muy singular que hasta hace poco tiempo nos permitía imaginar donde estábamos y no es otro que el color o tipo de vehículo de un taxi, elemento que nos ha permitido distinguirlos dentro del frenético trafico de las grandes urbes.
Los colores mas utilizados en los taxis de todo el mundo han sido el amarillo y el negro o quien no recuerda a nuestros carros del ANCHAR con aquel amarillo que resaltaba sobre los demás haciendo la ruta desde Santiago hasta el Parque Central o adivinar entre comillas que una película se desarrollaba en New York al solo ver los taxis. Los taxis Londinenses eran curiosamente particulares por el tipo de vehículo utilizado y aunque el pasajero no fuera el agente James Bond estábamos seguros que la Reina Isabel andaba cerca.
El origen de la palabra taxi es tan controvertido como el de otras, aunque la versión que mas se acepta es que proviene del apócope de la palabra francesa taximétre originaria de dos términos griegos (taxis que significa orden o clase y metrón medida). Sobre la palabra taxi me permito recordar que no era muy utilizada en Cuba, o al menos su utilización es bastante reciente. No recuerdo en mi niñez que mis padres fueran a llamar a un taxi, me llega el sonido más castellano de carro de alquiler o simplemente -llama a Pepe el del ANCHAR-.
miércoles, marzo 30
domingo, marzo 27
Kita Katao.
Cada día que pasa pongo más en práctica el viejo proverbio español que dice << todo lo que sucede conviene>>, serán los años que ya van pesando y la aglomeración de recuerdos y vivencias que nos hacen conservadores y hasta cierto punto pesimistas. Recuerdo a mi padre sentado en la mesa de nuestro viejo Santiago hablarme de la futura planta nuclear de Juragua que se comenzaría a construir en Cienfuegos.
A la luz de las chismosas que ponía el abuelo por toda la casa y de algún quinqué que quedaba con vida soñábamos que no faltaría mucho para que los problemas de la energía eléctrica tuviesen solución. Ya por esa época alguno de nuestros compañeros estudiaba física nuclear en la antigua Unión Soviética, algo que sonaba muy extravagante pero que vaticinaba un futuro prometedor. En estas dos últimas semanas y después del incidente de la planta nuclear de Fukushina en Japón a causa del terremoto y posterior tsunami la polémica sobre la utilizacion de la energía nuclear vuelve a la palestra. Grupos ecologistas de medio mundo y contrarios a este tipo de energía, tienen nuevos argumentos para evocar su peligrosidad. España no permanece ajeno a ello. En un país que depende en gran medida del exterior para generar energía el mantenimiento de sus siete centrales nucleares parece esencial. Algunas de ellas llevan muchos años de explotación lo que hace que constantemente se exiga el cierre de las mismas, pero aún y muy recientemente se acordó la continuidad de su explotacion por parte del gobierno. La búsqueda y desarrollo de nuevas energías renovables es un propósito de científicos y empresarios pero aún queda mucho por resolver.
Para un Santiaguero que soñaba con la energía nuclear el temor a un accidente no era real. Pero el 26 de abril de 1986 el accidente de Chernobil nos planteo una realidad muy posible. Por cosas del destino dos meses después del accidente y por razones de trabajo tuve que visitar la ciudad de Kiev capital de Ucrania muy cerca de Chernobil. Caminando por sus calles en compañía de un viejo amigo Santiaguero que estudiaba allí y me servía de guía pudimos comprobar en situ las secuelas terribles que había provocado el accidente. Hoy en día aún se estudia el efecto real y no teórico que provocó en las personas afectadas. Juragua nunca llegó a entrar en servicio, y nunca sabremos que segura puede haber sido pero a la vista de lo que puede pasar no estoy convencido de haber preferido terminar de comer con mi padre a la luz de las chismosas, aunque resulte demagogo y estúpido pensar en ello a toro pasado. Juragua nunca llegó a dar luz a nuestras vidas pero si algo creo es que cualquier japones de Fukushina se dejaría de buen gusto poner por nombre Kita Katao (traducción coloquial cubana al japones apaga la luz) a cambio de olvidar esta terrible pesadilla que les ha tocado vivir.
Central Nuclear de Juragua-Ciefuegos-Cuba |
Cada día que pasa pongo más en práctica el viejo proverbio español que dice << todo lo que sucede conviene>>, serán los años que ya van pesando y la aglomeración de recuerdos y vivencias que nos hacen conservadores y hasta cierto punto pesimistas. Recuerdo a mi padre sentado en la mesa de nuestro viejo Santiago hablarme de la futura planta nuclear de Juragua que se comenzaría a construir en Cienfuegos.
A la luz de las chismosas que ponía el abuelo por toda la casa y de algún quinqué que quedaba con vida soñábamos que no faltaría mucho para que los problemas de la energía eléctrica tuviesen solución. Ya por esa época alguno de nuestros compañeros estudiaba física nuclear en la antigua Unión Soviética, algo que sonaba muy extravagante pero que vaticinaba un futuro prometedor. En estas dos últimas semanas y después del incidente de la planta nuclear de Fukushina en Japón a causa del terremoto y posterior tsunami la polémica sobre la utilizacion de la energía nuclear vuelve a la palestra. Grupos ecologistas de medio mundo y contrarios a este tipo de energía, tienen nuevos argumentos para evocar su peligrosidad. España no permanece ajeno a ello. En un país que depende en gran medida del exterior para generar energía el mantenimiento de sus siete centrales nucleares parece esencial. Algunas de ellas llevan muchos años de explotación lo que hace que constantemente se exiga el cierre de las mismas, pero aún y muy recientemente se acordó la continuidad de su explotacion por parte del gobierno. La búsqueda y desarrollo de nuevas energías renovables es un propósito de científicos y empresarios pero aún queda mucho por resolver.
Para un Santiaguero que soñaba con la energía nuclear el temor a un accidente no era real. Pero el 26 de abril de 1986 el accidente de Chernobil nos planteo una realidad muy posible. Por cosas del destino dos meses después del accidente y por razones de trabajo tuve que visitar la ciudad de Kiev capital de Ucrania muy cerca de Chernobil. Caminando por sus calles en compañía de un viejo amigo Santiaguero que estudiaba allí y me servía de guía pudimos comprobar en situ las secuelas terribles que había provocado el accidente. Hoy en día aún se estudia el efecto real y no teórico que provocó en las personas afectadas. Juragua nunca llegó a entrar en servicio, y nunca sabremos que segura puede haber sido pero a la vista de lo que puede pasar no estoy convencido de haber preferido terminar de comer con mi padre a la luz de las chismosas, aunque resulte demagogo y estúpido pensar en ello a toro pasado. Juragua nunca llegó a dar luz a nuestras vidas pero si algo creo es que cualquier japones de Fukushina se dejaría de buen gusto poner por nombre Kita Katao (traducción coloquial cubana al japones apaga la luz) a cambio de olvidar esta terrible pesadilla que les ha tocado vivir.
domingo, marzo 13
Maremoto, tsunami en castellano.
Monumento en recuerdo al maremoto de 1932. |
El pasado viernes una vez más la naturaleza puso en evidencia la fragilidadad del hombre ante su fuerza. Las imágenes que se recibían casi en directo dejaban en pañales a las escenas más horripilantes del cine de cataclismos. Los efectos especiales de la propia naturaleza nos llegaron como aviso o señal de un futuro sumamente preocupante. Japón la tercera potencia mundial, el país de la alta tecnología por excelencia no pudo evitar la fuerza de un tsunami que aún no conoce el número de victimas reales. La palabra tsunami un término reltivamente joven que sustituye quizás por derecho propio al castellano maremoto. Tsumai proviene del japones Tsu (puerto o bahia) y nami (ola), es decir ola de puerto.
Son muchos los países que han sufrido el efecto devastador de un tsunami y Cuba no es la excepción. Cuando aún se llamaban maremotos y los sistemas de comunicación e información no tenían su actual velocidad y la ciencia meteorológica carecía del soporte tecnológico de hoy en día, el pequeño poblado pequero de Santa Cruz del Sur en la provincia de Camagüey sucumbió literalmente ante la fuerza del mar. En la noche del 9 de noviembre de 1932 y a consecuencia de un fuerte huracán los pobladores de Santa Cruz se vieron sorprendidos por un maremoto que dejaba más de mil victimas mortales y cientos de heridos. El monumento en forma de cruz que aparece en la foto se alza en recuerdo de aquella terrible noche, la altura de la cruz puede ser indicativa de la altura de la ola que aún se mantiene viva en la retina de los mas ancianos del lugar.
sábado, marzo 5
Llegó la hora.
Desde mañana se acabó lo que se daba, la velocidad máxima en España no puede ser superior a los 110 km/hora. Esta y otras más son las medidas que ha tomado el gobierno para ahorrar energía. Cambiar y disminuir el alumbrado público, apoyar el cambio de neumáticos mediante subvenciones, mayor uso de la bicicleta etc, etc. Pero ha sido el tema de la velocidad máxima el más controvertido en la opinión publica y especializada; ni el mismísimo Fernando Alonso un asturiano bicampeón del mundo de Formula 1 y actual piloto de la escudería Ferrari comparte la disminución de la velocidad y teme que mucho nos quedemos dormidos al volante en las rectas largas de las autopistas.
Algún político suspicas ha comparado la situación que vivimos aquí con las medidas que se tomaban en nuestra tierra. Para bien o para mal los que hoy vivimos en esta parte del mundo estamos vacunados contra el ahorro de energía y esto nos parece pecata minuta. Debo reconocer que la primera vez que pude tomar una autopista y sobrepasar los 120 ó 140m km/hora las piernas me temblaban. Acostumbrado a nuestras velocidades máximas por temor a perder una rueda u otra parte del carro o a que literalmente se defondara en uno de nuestros apocalípticos baches, aunque hoy nos obligaran a ir a 90 no seria gran trauma.
La velocidad del mundo se rentaliza, el encarecimento del barril de petróleo planea sobre nuestras cabezas, aunque tendría que ser más importante la situación de la gente que vive en las tierras de donde emana. España y Cuba tienen en común la alta dependencia del petróleo foráneo como fuente de energía y en diferentes circunstancias y épocas enfrentarse a restricciones siempre resulta difícil. Desde nuestras oscuras calles en el viejo Santiago no podíamos imaginar que el futuro puede ser igual para otros y que nadie esta exento de sufrir en un momento dado similares circunstancias.
En una época donde el tren de alta velocidad se impone, y los coches o carros son más potentes no podemos dejar en el banquillo al carruaje de caballos, o a la vieja locomotora de vapor y si fuera preciso enseñar a los españoles que el quinqué o la chismosa son buenos compañeros de viaje en una fría noche. En estos menesteres los cubanos somos los aventajados de la clase y si la madre patria nos necesita aquí estamos.
Desde mañana se acabó lo que se daba, la velocidad máxima en España no puede ser superior a los 110 km/hora. Esta y otras más son las medidas que ha tomado el gobierno para ahorrar energía. Cambiar y disminuir el alumbrado público, apoyar el cambio de neumáticos mediante subvenciones, mayor uso de la bicicleta etc, etc. Pero ha sido el tema de la velocidad máxima el más controvertido en la opinión publica y especializada; ni el mismísimo Fernando Alonso un asturiano bicampeón del mundo de Formula 1 y actual piloto de la escudería Ferrari comparte la disminución de la velocidad y teme que mucho nos quedemos dormidos al volante en las rectas largas de las autopistas.
Algún político suspicas ha comparado la situación que vivimos aquí con las medidas que se tomaban en nuestra tierra. Para bien o para mal los que hoy vivimos en esta parte del mundo estamos vacunados contra el ahorro de energía y esto nos parece pecata minuta. Debo reconocer que la primera vez que pude tomar una autopista y sobrepasar los 120 ó 140m km/hora las piernas me temblaban. Acostumbrado a nuestras velocidades máximas por temor a perder una rueda u otra parte del carro o a que literalmente se defondara en uno de nuestros apocalípticos baches, aunque hoy nos obligaran a ir a 90 no seria gran trauma.
La velocidad del mundo se rentaliza, el encarecimento del barril de petróleo planea sobre nuestras cabezas, aunque tendría que ser más importante la situación de la gente que vive en las tierras de donde emana. España y Cuba tienen en común la alta dependencia del petróleo foráneo como fuente de energía y en diferentes circunstancias y épocas enfrentarse a restricciones siempre resulta difícil. Desde nuestras oscuras calles en el viejo Santiago no podíamos imaginar que el futuro puede ser igual para otros y que nadie esta exento de sufrir en un momento dado similares circunstancias.
En una época donde el tren de alta velocidad se impone, y los coches o carros son más potentes no podemos dejar en el banquillo al carruaje de caballos, o a la vieja locomotora de vapor y si fuera preciso enseñar a los españoles que el quinqué o la chismosa son buenos compañeros de viaje en una fría noche. En estos menesteres los cubanos somos los aventajados de la clase y si la madre patria nos necesita aquí estamos.
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