Monumento en recuerdo al maremoto de 1932. |
El pasado viernes una vez más la naturaleza puso en evidencia la fragilidadad del hombre ante su fuerza. Las imágenes que se recibían casi en directo dejaban en pañales a las escenas más horripilantes del cine de cataclismos. Los efectos especiales de la propia naturaleza nos llegaron como aviso o señal de un futuro sumamente preocupante. Japón la tercera potencia mundial, el país de la alta tecnología por excelencia no pudo evitar la fuerza de un tsunami que aún no conoce el número de victimas reales. La palabra tsunami un término reltivamente joven que sustituye quizás por derecho propio al castellano maremoto. Tsumai proviene del japones Tsu (puerto o bahia) y nami (ola), es decir ola de puerto.
Son muchos los países que han sufrido el efecto devastador de un tsunami y Cuba no es la excepción. Cuando aún se llamaban maremotos y los sistemas de comunicación e información no tenían su actual velocidad y la ciencia meteorológica carecía del soporte tecnológico de hoy en día, el pequeño poblado pequero de Santa Cruz del Sur en la provincia de Camagüey sucumbió literalmente ante la fuerza del mar. En la noche del 9 de noviembre de 1932 y a consecuencia de un fuerte huracán los pobladores de Santa Cruz se vieron sorprendidos por un maremoto que dejaba más de mil victimas mortales y cientos de heridos. El monumento en forma de cruz que aparece en la foto se alza en recuerdo de aquella terrible noche, la altura de la cruz puede ser indicativa de la altura de la ola que aún se mantiene viva en la retina de los mas ancianos del lugar.
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