¿Esto ya lo he visto? o ¿Esto ya lo he sentido antes? son lances muy frecuentes en el ser humano. Pero mas allá del subconsciente esta la realidad de la vida y hay detalles que simplemente nos hacen volver a vivir un pasado. Caminando desde la antigua escuela Carrales en el viejo Santiago hasta la casa de la abuela en la calle 9 era obligatorio parar en la bodega de Renato para comprar un durofrío, refrescante por excelencia y siempre de por si barato era para nosotros el mejor aliciente cuando el calor nos agobiaba. La bodega de Renato como otras tantas del pueblo estaba en una esquina, lo único diferente era que justo frente estaba el parque José Martí. Simplemente Martí era el referente para dar con facilidad con uno de estos suculentos durofríos. Hace mucho que no pruebo uno de aquellos ni que camino por la calle 9 pero son esas pequeñas cosas que nunca olvidamos. Hoy vivo muy lejos de la Bodega de Renato, más de ocho mil kilómetros me separan, pero la vida quizás por una de esas cosas que no tienen explicación me obliga a seguir teniendo a Martí como punto de referencia cuando mi pequeño hijo se antoja de un helado. En la esquina de la calle José Martí muy cerca de casa, aquí en Asturias venden helados y durofrios, en nuestro camino al mar y cuando el sol calienta estas tierras, parar en esta esquina es una obligación o sencillamente un motivo para pensar que esto ya lo he vivido.
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