viernes, junio 5
Matahambre o Masarreal, una época.
En días de añoranza, lejos de todo lo nuestro e incapaz de descifrar las turbulencias de la vida en el exilio, golpeado por la realidad mortal de los hombres, afloran los recuerdos con una fluidez temerosa quizás que el tiempo nos juegue una mala pasada y nos quedemos con el pasado en el rincón más profundo del baúl.
Los recuerdos pueden ser importantes o banales, pero toda comparación resulta relativa y cuanto menos odiosa. Nuestra mente es tan compleja que no llegamos a entender el porque de nuestros actos y cuando del subconsciente se trata más difícil resulta aun. Se han percatado ustedes que somos capaces de recordar después de muchos años los dos apellidos de nuestros compañeros de aula en la escuela primaria y sin embargo dudamos cuando de compañeros de trabajo actuales se trata, donde esta el misterio, no lo se, los sicólogos tendrán una explicación como para casi todo.
En la calle4 entre 7 y 9 frente a la antigua tabaquería de Santiago existía una pequeña escuela de dos plantas que recibía el nombre de las Carrales por sus antiguas propietarias. Su nombre cambio en el tiempo pero durante años posteriores para muchos el original se mantuvo como el de la avenida Carlos III, somos animales de costumbres aunque nos pese reconocerlo.
Las generaciones suelen ubicar sus años de existencia como la epoca de tal o mas cual cosa. Es común decir soy de la época de los Beatles, con esta referencia cualquiera puede asegurar que nacimos en los 60 o quizás un poco antes. Tomando en cuenta un recuerdo quizás un poco banal al que hacíamos referencia puedo decir que pertenezco a la generación del Masarreal o Matahambre, durante todos los años de mi infancia esta fue nuestra merienda. Allí en el patio en el pasillo de nuestra escuelita Carrales o Julio A, Mella recibíamos con la timidez e inocencia de un niño este suculento manjar de los dioses, unas veces mejor y otras peor.
Han pasado muchos años y nunca más he disfrutado de un Masarreal, en las vitrinas de las dulcerías que hoy visito no esta ni por asomo, solo en nuestro subconsciente lo podemos revivir, nuestro matahambre es parte de nuestra vida y no debemos olvidarlo.
Para mis compañeros de las Carrales, de los cuales nunca olvido sus dos apellidos.
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