jueves, abril 11

CADENAS ROTAS

Desde la ventana de mi cocina allí en el viejo Santiago y viendo cocinar a la abuela leía a lo lejos un cartel enorme donde se anunciaban las próximas elecciones en Cuba. 

Tendría la responsabilidad de ir a votar con la particularidad que ya sabía de antemano el ganador. La no existencia de diversos partidos políticos hacia de ese día un puro tramite social si es que se puede catalogar así. 

Las cadenas del pensamiento te las puedes poner tu mismo o te las colocan de una manera sutil que no te permiten ver más allá de tus narices. El aroma de unos buenos frijoles negros te hacen despertar de un sueño, donde la libertad de opiniones políticas y unas elecciones libres te dieran la oportunidad de ser tu mismo con tus propios valores.

Hace cinco años que no me sentaba delante de un ordenador a escribir, el ritmo de vida que se lleva no me deja tiempo a ello y hay que que priorizar tareas. Estoy en la mesa de mi cocina  pero con la salvedad que ahora a través de la ventana veo una ciudad iluminada y preparada a iniciar una fratricida campaña electoral que comienza hoy y donde cinco partidos políticos desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha expondrán sus programas políticos al criterio de millones de ciudadanos que el próximo día 28 de abril están citados en las urnas. 

La España que conocí hace varias décadas no se parece políticamente hablando a la de hoy. Cuando pude votar en unas elecciones generales  por primera vez era quizás mucho más fácil definir hacia quien iba tu voto. Dos grandes bloques uno de izquierda y otro de derechas formaban el arco parlamentario junto con otros partidos de menos representación. El presente es muy diferente, tanto la izquierda como la derecha se han fraccionado y tanto es así que a día de hoy mas del 40 por ciento de los votantes según una reciente encuesta no tienen su voto definido.

Si hace años tenía un solo partido para votar y lo hacía bajo las cadenas impuestas hoy tengo cinco partidos y sigo tan atado como antaño aunque ya sin cadenas. Son tus propios valores los que chocan con una realidad política que te hace muy difícil saber quien te dice la verdad y en quien confiar tu propio destino.


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