Es una mañana fría, los temporales arrecian en el mar Cantábrico, desde nuestra ventana se escuchan las olas romper con dureza contra los acantilados, por suerte nuestra cocina huele aún a café recién colado. El buchito mañanero es imprescindible para arrancar un día más en esta preciosa pero dura tierra asturiana.
Pongo la radio como todos los días para escuchar que se cuece dentro y fuera de España. Como ya se hace habitual la situación en España te hace estremecer los sentidos; continua subiendo el paro laboral, más embargos de viviendas, más chorizos a la cárcel y para colmo la hija pequeña del rey a punto de comparecer ante la justicia. En Asturias continua la sangría del cierre de fábricas, la última Coca-Cola que después de años cierra sus puertas. En la calle donde esta mi centro de trabajo ya no quedan negocios abiertos. Hace unos días la Cafetería donde solíamos tomar el café de la mañana cerró sus puertas, el dueño un valenciano bonachón me ofreció como recuerdo una botella de cerveza Cubanero, su rostro lo decía todo, y sus palabras eran una mezcla de tristeza y rabia " hicimos lo que podíamos, pero seguir es imposible"
En este entorno la juventud no encuentra su lugar, muchos se han marchado del país en busca de alguna oportunidad. La generación quizás más preparada de la España moderna hace sus maletas como antaño hicieron sus abuelos. Hoy en nuestra familia vivimos la angustia de un examen que tiene nuestra hija. Dentro de unas horas sellara su destino, opta a una plaza de enfermera para la cual se presentan otras 20 000 jóvenes de toda España y solo 900 alcanzaran su objetivo. Confiamos en su dedicación y perseverancia para el estudio, de no conseguirlo la emigración será su destino. Cierro la ventana de la cocina, el viento es más fuerte y el trabajo no espera.
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