La rivalidad entre Francia y España no sólo se reduce al deporte sino a un enfrentamiento constante que se remonta al siglo XV y que ha dominado las relaciones entre los dos países. En el siglo XV Francia y España eran las primeras potencias mundiales y la lucha por los territorios generaba unas relaciones diplomáticas muy tensas entre ambos países. Aunque la Paz de los pirineos puso fin a la guerra franco-española, las rivalidades han perdurado hasta hoy.
El descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492 colocó a España en una posición privilegiada frente al resto de países europeos y ha permitido que España guarde un nombre especial en la historia universal. Sin embargo, los franceses siempre han despreciado este descubrimiento y recordamos las declaraciones de Jacques Chirac alegando que el descubrimiento "no fue gran cosa" y "ya lo habían hecho los vikingos."
Fuera o no descubierto por Colón, lo cierto es que el descubrimiento del continente americano supuso la unión de dos mundos que habían crecido independientes. Parece que los franceses siempre han envidiado la expansión española y no soportan que el español sea la segunda lengua más hablada del mundo, tras el chino mandarín, con 400 millones de parlantes nativos.
Desde que las tropas de Napoleón tuvieran que salir de España por la derrota en la Guerra de la Independencia de 1808, los franceses siempre han intentado trabar las relaciones españolas. Parece ser que el hecho de que los españoles superen a los franceses en muchos aspectos alimenta esa mirada envenenada. Los franceses presumen de gastronomía, pero Ferran Adriá y Arzak han superado a Francia también en esta faceta. Francia tendrá París y la Torre Eiffel, pero España tiene Barcelona, la Alhambra y las playas paradisíacas. No sólo el deporte alberga viejas rivalidades como los tres goles que dieron la victoria a Francia frente a España en el mundial de fútbol de Alemania de 2006 que, sin embargo ha sabido resarcirse con la victoria del Mundial y de la Eurocopa; del Europeo de basket; de los tenistas en Roland Garrós y de los españoles en el Tour de Francia.
Hablar de Francia y de batallas me trajo el recuerdo de la primera vez que visite allí en el centro de la Habana muy cerca de la Universidad el Museo Napoleónico,-si Napoleónico-, porque aunque parezca mentira en la Habana esta el único museo Napoleónico de América. Catalogado entre las cinco más importantes del mundo, esta ubicado en una mansión construida en la década del 20 del siglo pasado, atesora más de 7 400 piezas pertenecientes a Napoleón Bonaparte o relacionadas con su contexto histórico, que incluyen pinturas, grabados, esculturas, muebles de estilo, trajes, equipo militar y armamento, artes decorativas, objetos históricos y una extraordinaria colección de libros raros y valiosos en idioma francés, ingles y español. No creo que Napoleón haya estado en la Habana ¿o si? Pero seguro que hubiese preferido nuestra isla a Santa Elena.