Para cualquier humilde hijo de Santiago de las Vegas escuchar hablar de reyes, reinas, príncipes y princesas solo eran páginas de historia o relatos infantiles de cenicientas y hadas madrinas, donde el amor por lo imposible era la trama principal y el beso de un bello príncipe la quimera por alcanzar. Vivir en Europa y aún más en el Principado de Asturias te acerca inevitablemente a la realidad de un mundo de glamour donde la reverencia es el saludo matutino.
Hoy en día los cuentos infantiles del francés Charles Perrault se han convertido en el azote de las Casas Reales de toda Europa, cada vez son más los príncipes y princesas que se casan por amor, sin que para ello intervenga el color de la sangre. Los mas controvertidos críticos se horrorizan de vergüenza ajena, pero para la sociedad es una apuesta valiente de acercamiento de la realeza a otras clases sociales. Sin ir mas lejos,el hoy Príncipe de Asturias Don. Felipe de Borbón contrajo matrimonio con Doña. Letizia Ortiz, una periodista y presentadora de televisión asturiana, nieta de un humilde y bonachón taxista. Pero esto no es nuevo y la historia de la realeza ha estado plagada de acontecimientos similares aunque a expensas de renunciar a sus derechos por amor.
Felipe no es el primer Príncipe de Asturias que busca el amor en una mujer sin sangre real. Alfonso de Borbón y Battengergy fue el hijo primogénito del rey Alfonso XIII y Príncipe de Asturias, en quien su padre tenia puestas sus esperanzas de sucesión. Pero en junio de 1933 Alfonso renuncio a sus derechos sucesorios para casarse con la cubana Edelmira Sampedro Robato, desde ese momento paso de Príncipe de Asturias a Conde de Covadonga, el matrimonio solo duro dos años. En un segundo intento el Conde se caso con otra cubana, pero la casa real siempre reconoció a Edelmira como la única esposa de Alfonso llamándola cariñosamente La Puchunga. Edelmira murió el 23 de mayo de 1994 en Coral Gables, Miami. Con mucha discreción siempre conservó el título de Condesa de Covadonga.