sábado, febrero 18
De todo un poco.
lunes, febrero 13
El Aguacate un tesoro americano
Los santiagueros hemos sido privilegiados al tener la posibilidad de ingerir aguacate con cierta frecuencia. Esta fruta en su concepto agrícola y botánico ha devenido en un acompañante ideal de nuestras comidas por lo general en forma de ensalada. Es muy común la existencia en nuestros pequeños patios de este majestuoso árbol que puede alcanzar hasta los 20 metros de altura. Ha formado parte indiscutible de nuestra dieta, contribuyendo de manera sutil en las relaciones vecinales y familiares ¿o no recuerda usted? que obsequiar con aguacate era una forma de nuestra comunicación personal con el vecino o el amigo.
En Santiago de las Vegas tuvimos la suerte de contar con el Vivero Mulgoba( frente al Reparto Los Cocos) quienes durante décadas suministraron posturas de aguacateros a muchas familias de nuestro entorno. La presencia de una amplia cantidad de variedades como el Catalina, García o Wilson, unas tempranas otras tardías, permitían contar con aguacate casi todo el año.
En Santiago de las Vegas tuvimos la suerte de contar con el Vivero Mulgoba( frente al Reparto Los Cocos) quienes durante décadas suministraron posturas de aguacateros a muchas familias de nuestro entorno. La presencia de una amplia cantidad de variedades como el Catalina, García o Wilson, unas tempranas otras tardías, permitían contar con aguacate casi todo el año.
El aguacate tiene su origen en la zona central de América, ya los aztecas rendían culto a esta fruta sobre todo por su poder afrodisiaco y la comparaban quizás con una sonrisa con los testículos por la manera de colgar que tienen del árbol.
Su valor nutritivo mas allá del amor y la virilidad es incuestionable, rico en vitamina E retrasa los procesos de envejecimiento y aporta proteínas y ácidos grasos de alta calidad. Su alto contenido en Lecitina, necesaria en el metabolismo de las grasas lo hace valedor de la lucha contra el colesterol y en la prevención de la arteriosclerosis. Estudios médicos dan fe de su importancia en el tratamiento de enfermedades como el Alzheimer, la depresión o la esclerosis múltiple. Los españoles que visitan nuestra tierra quedan sorprendidos por el tamaño de nuestros aguacates, puede que ese sea el origen de nuestra entrega en el amor.
domingo, febrero 12
"El Candado", viaje de vuelta.
En los primeros años del siglo XX, Cuba se convirtió en destino prioritario para los emigrantes asturianos en busca de nuevas oportunidades allén de los mares. La penosa situación económica de la región y las guerras en que España se vio involucrada fueron el detonante para que entre 1902 y 1930 alrededor de un cuarto de millón de asturianos tomaran el camino de Cuba, donde la prospera situación de la joven república se convirtió en quimera para muchos. Con la habilitación para viajes trasatlánticos del Puerto del Musel en 1911 hace ahora 100 años muchos jóvenes gijoneses tuvieron mas cerca aun la oportunidad de embarcar en una aventura llena de penurias. La travesía hasta la isla es descrita como una verdadera odisea; hacinamientos en las bodegas, mala comida y mareos constantes eran cosa habitual. La Compañía Trasatlántica Alfonso XII era la encargada de los viajes desde el Musel hasta la isla que duraban más de veinte días.
Entre aquellos miles de jóvenes asturianos que se decidieron a buscar fortuna, se encontraba Emilio Avelino González Fernández un gijonés de apenas 18 años. Por alguna razón que es posible fuese de amistad a su llegada a Cuba su destino fue el pueblo de Cruces situado en la antigua provincia de Las Villas al centro de la Isla. Cruces cabecera del municipio del mismo nombre fue fundado en 1852 en el lugar conocido como Sabana de Ibarra, en terrenos del hato de las cruces que ya por esa época constaba con una población de más de 4000 habitantes.
Con su oficio de ferretero bien aprendido y un carácter emprendedor participa en varios proyectos, hasta que en 1950 funda su propia ferretería “El Candado” en una de las esquinas mas emblemáticas de la ciudad de Gijón. El nombre dado a su negocio “El Candado” puede que sea reflejo de la gratitud que Emilio siempre profesó hacia aquel candado que le abrió sus puertas en el Cruces de su juventud.
Durante muchos años Emilio convirtió su candado gijonés en un símbolo y punto de referencia para la ciudad de Gijón. A su fallecimiento, su esposa e hijas dieron continuidad con encomiable tesón al proyecto de Emilio. En la actualidad después de 60 años la ferretería “El Candado” continua desafiando el tiempo y la permanencia del pequeño negocio en el entramado comercial de la ciudad. Con un trato familiar y personalizado y con la profesionalidad que Emilio supo dar a sus cimientos “El Candado” de Cruces y “El Candado” de Gijón siguen viviendo en recuerdo al pasado y presente de aquellos que un día decidieron cruzar el charco.
Embarque de emigrantes por el Puerto del Musel. |
"El impulso de explorar, de descubrir nuevas tierras, de liberarnos de la esclavitud de lo conocido, es más antiguo que nuestra propia especie, que nuestra plena capacidad de locomoción bípeda, que nuestra habilidad técnica, que nuestra inteligencia."
En los primeros años del siglo XX, Cuba se convirtió en destino prioritario para los emigrantes asturianos en busca de nuevas oportunidades allén de los mares. La penosa situación económica de la región y las guerras en que España se vio involucrada fueron el detonante para que entre 1902 y 1930 alrededor de un cuarto de millón de asturianos tomaran el camino de Cuba, donde la prospera situación de la joven república se convirtió en quimera para muchos. Con la habilitación para viajes trasatlánticos del Puerto del Musel en 1911 hace ahora 100 años muchos jóvenes gijoneses tuvieron mas cerca aun la oportunidad de embarcar en una aventura llena de penurias. La travesía hasta la isla es descrita como una verdadera odisea; hacinamientos en las bodegas, mala comida y mareos constantes eran cosa habitual. La Compañía Trasatlántica Alfonso XII era la encargada de los viajes desde el Musel hasta la isla que duraban más de veinte días.
Entre aquellos miles de jóvenes asturianos que se decidieron a buscar fortuna, se encontraba Emilio Avelino González Fernández un gijonés de apenas 18 años. Por alguna razón que es posible fuese de amistad a su llegada a Cuba su destino fue el pueblo de Cruces situado en la antigua provincia de Las Villas al centro de la Isla. Cruces cabecera del municipio del mismo nombre fue fundado en 1852 en el lugar conocido como Sabana de Ibarra, en terrenos del hato de las cruces que ya por esa época constaba con una población de más de 4000 habitantes.
En una de las calles céntricas del pueblo cerca de la iglesia se encontraba en una esquina la ferretería “El Candado” donde Emilio comenzó a trabajar como aprendiz ocupándose de despachar, realizar recados, en suma lo que le mandasen. Puede ser que el joven Emilio durmiese en el mismo local, cosa habitual de los negocios asturianos en la isla.
Ferreteria "El Candado", Cienfuegos -Cuba |
Los oficios mas frecuentes de los asturianos anónimos fueron el comercio y la hostelería. Las barbacoas, o altillos de las tiendas fueron sus primeras habitaciones. El trabajo duro, el ahorro hasta el último peso y el poco divertimiento eran la tónica general de estos jóvenes durante sus primeros años como emigrantes.
En los primeros años de las década del 30 Emilio Avelino González Fernández como otros tantos decide regresar a la tierrina que le vio nacer. Puede que la nostalgia hiciera mella en él y decidiera volver junto a los suyos, después de su aventura americana. Con su oficio de ferretero bien aprendido y un carácter emprendedor participa en varios proyectos, hasta que en 1950 funda su propia ferretería “El Candado” en una de las esquinas mas emblemáticas de la ciudad de Gijón. El nombre dado a su negocio “El Candado” puede que sea reflejo de la gratitud que Emilio siempre profesó hacia aquel candado que le abrió sus puertas en el Cruces de su juventud.
Durante muchos años Emilio convirtió su candado gijonés en un símbolo y punto de referencia para la ciudad de Gijón. A su fallecimiento, su esposa e hijas dieron continuidad con encomiable tesón al proyecto de Emilio. En la actualidad después de 60 años la ferretería “El Candado” continua desafiando el tiempo y la permanencia del pequeño negocio en el entramado comercial de la ciudad. Con un trato familiar y personalizado y con la profesionalidad que Emilio supo dar a sus cimientos “El Candado” de Cruces y “El Candado” de Gijón siguen viviendo en recuerdo al pasado y presente de aquellos que un día decidieron cruzar el charco.
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