Recuerdo aquella época en que la abuela hacia mantequilla con la nata de la leche, son sabores que permanecen latentes y no eres capaz de borrar por nuevas cosas que pruebes. Hoy en día te aburres de contar los tipos de mantequilla y margarina que suelen tener en cualquier supermercado español; con sal, sin sal, con vitaminas, con omega 3. Pero por lo general al final te decides por la que te parece más tradicional, más cercana a los recuerdos.
La mantequilla es uno de esos alimentos que han sufrido las controversias en su consumo. Hubo momentos que era alimento proscrito y sufrió la rivalidad desleal de su prima hermana la margarina. No es menos cierto que en teoría la mantequilla al ser de origen animal, contiene grasas saturadas y sube el colesterol, ese enemigo silencioso que nos puede traes serios problemas. Pero es indiscutible que sin abusar de ella es uno de los mas simples pero a la vez maravilloso de los placeres que podemos brindar al cuerpo; un desayuno con pan y mantequilla puede eclipsar a un sofisticado y grasiento desayuno ingles de huevos con bacón. En Cuba no era solo habitual la presencia de la mantequilla a la hora del desayuno, en cualquier restaurante fuese en la comida o en la cena te ponían siempre pan y un trozo de mantequilla, desconozco el origen de tal costumbre, pero aquí eso no existe.
El origen de la mantequilla se remonta a miles de años, fueron los mongoles los primeros que obtuvieron mantequilla, batiendo la nata en el interior de pieles de animales. Los celtas y los vikingos fueron los encargados de extender la mantequilla en los territorios influenciados por su colonización. Sin embargo griegos y romanos excluyeron este producto de su dieta por ser considerado un producto bárbaro, las consecuencias de ese enfrentamiento siguen siendo palpables a día de hoy.
Desde Normandía hacia todo el norte y centro de Europa y, posteriormente, hacia América, Australia y África, la mantequilla ha sido históricamente un producto de lujo y de gran riqueza nutritiva. Un producto caro al alcance de muy pocos, que conservaba lo mejor de la leche y aportaba buen sabor a todos los platos. Hoy en día las cosas han cambiado: la mantequilla ya no es un artículo de lujo.
El origen de la Margarina se remonta a la Francia del siglo XIX, cuando el emperador Napoleón, estando en medio de una crisis social, ofreció una recompensa a cualquiera que pudiera elaborar un sustituto de la Mantequilla (componente básico de la cocina francesa) que fuera accesible a toda la población. Así fue como, en 1869, el químico Hippolyte Mège-Mouriés desarrolló y patentó la margarina, que recibió este nombre por su color perla. Finalmente, en 1871 Jurgens-Van der Bergh, fundador de Unilever, compró la patente y empezó la producción de margarina.
Sin embargo, no fue hasta avanzado el s. XX cuando el uso de la margarina cobró importancia. Durante la 2ª Guerra Mundial, sobre todo en Alemania, donde se utilizó para sustituir la mantequilla como fuente de lípidos.
Al menos en algo coinciden la Mantequilla y la Margarina, una sonrisa picarona será la respuesta a si una elegante y atractiva turista de visita en la Habana solicita alguna de las dos para untar en su bollo, aquí si que la polémica a la hora de untar cobra otro matiz.
La mantequilla es uno de esos alimentos que han sufrido las controversias en su consumo. Hubo momentos que era alimento proscrito y sufrió la rivalidad desleal de su prima hermana la margarina. No es menos cierto que en teoría la mantequilla al ser de origen animal, contiene grasas saturadas y sube el colesterol, ese enemigo silencioso que nos puede traes serios problemas. Pero es indiscutible que sin abusar de ella es uno de los mas simples pero a la vez maravilloso de los placeres que podemos brindar al cuerpo; un desayuno con pan y mantequilla puede eclipsar a un sofisticado y grasiento desayuno ingles de huevos con bacón. En Cuba no era solo habitual la presencia de la mantequilla a la hora del desayuno, en cualquier restaurante fuese en la comida o en la cena te ponían siempre pan y un trozo de mantequilla, desconozco el origen de tal costumbre, pero aquí eso no existe.
El origen de la mantequilla se remonta a miles de años, fueron los mongoles los primeros que obtuvieron mantequilla, batiendo la nata en el interior de pieles de animales. Los celtas y los vikingos fueron los encargados de extender la mantequilla en los territorios influenciados por su colonización. Sin embargo griegos y romanos excluyeron este producto de su dieta por ser considerado un producto bárbaro, las consecuencias de ese enfrentamiento siguen siendo palpables a día de hoy.
Desde Normandía hacia todo el norte y centro de Europa y, posteriormente, hacia América, Australia y África, la mantequilla ha sido históricamente un producto de lujo y de gran riqueza nutritiva. Un producto caro al alcance de muy pocos, que conservaba lo mejor de la leche y aportaba buen sabor a todos los platos. Hoy en día las cosas han cambiado: la mantequilla ya no es un artículo de lujo.
El origen de la Margarina se remonta a la Francia del siglo XIX, cuando el emperador Napoleón, estando en medio de una crisis social, ofreció una recompensa a cualquiera que pudiera elaborar un sustituto de la Mantequilla (componente básico de la cocina francesa) que fuera accesible a toda la población. Así fue como, en 1869, el químico Hippolyte Mège-Mouriés desarrolló y patentó la margarina, que recibió este nombre por su color perla. Finalmente, en 1871 Jurgens-Van der Bergh, fundador de Unilever, compró la patente y empezó la producción de margarina.
Sin embargo, no fue hasta avanzado el s. XX cuando el uso de la margarina cobró importancia. Durante la 2ª Guerra Mundial, sobre todo en Alemania, donde se utilizó para sustituir la mantequilla como fuente de lípidos.
Al menos en algo coinciden la Mantequilla y la Margarina, una sonrisa picarona será la respuesta a si una elegante y atractiva turista de visita en la Habana solicita alguna de las dos para untar en su bollo, aquí si que la polémica a la hora de untar cobra otro matiz.