Rana Toro Cubana |
Después de una inesperada llamada tuve de nuevo el gran placer de encontrarme con mi viejo amigo Elisin. En una tarde calurosa del verano asturiano afloraron como de costumbre nuestros recuerdos de una infancia allí en el viejo Santiago. Cuarenta años separaron nuestras vidas, pero esa amistad infantil prevalece en el tiempo y por alguna razón es quizás la más verdadera. En compañía de su maravillosa familia asturiana recorrimos pasajes de nuestras vidas y de nuestra Cuba de siempre sin dejar a un lado por supuesto el arte culinario de estas tierras, las maravillas de la sidra natural asturiana y hasta la formidable horchata valenciana.
Descubrimos además la increíble afición de su estimado y afable primo por la cría de anuros, esos anfibios mas conocidos como ranas, amados por unos y despreciados por otros. Lo anterior me trajo el recuerdo de aquel sonido desgarrador y tenebroso del croar de las ranas toros muy parecido al bramido de un toro, que nos llegaba en las noches oscuras de nuestro Santiago a la luz de las chismosas de queroseno. La cría y comercialización de la carne de la rana toro es habitual en algunos países de América. Este batracio de nombre científico (Lithobates catesbeianus) alcanza el kilo de peso y sus patas traseras muy parecidas a las zancas de un pollo son muy apetecibles. En la década de los 70 muchos restaurantes de la Habana comenzaron a ofrecer en sus cartas las ancas de rana. En lo personal puedo referir que se pueden comer siempre y cuando olvides por un momento su aspecto en vida. En la cocina de casa jamás la abuela permitió que entraran, como buena cubana su terror a las ranas era insuperable.
Querido amigo nos ha gustado tu reseña y ya sabes que nos encanta leer tus crónicas así que sigue que te leemos. Un fuerte abrazo Elisin y familia
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