Muchos de nosotros hemos descubierto fuera de nuestra tierra festividades de cualquier índole que forman parte de la cultura de muchos pueblos de manera original o adquirida, producto de las migraciones que ocurren desde antaño. Hoy vivo en un pueblo de origen celta, donde no se por que razón es centro de origen de muchas de estas tradiciones donde lo material y lo espiritual se mezclan en puro desafió a la propia existencia del ser humano, en contraposición a la vida materialista que nos absorbe y corroe.
La fiesta de Halloween o Noche de Brujas es una fiesta de origen Celta contrario a los que afirman que viene de Norteamérica. A finales del mes de octubre los pueblos de esta cultura celebraban con una gran fiesta (Fiesta del Samhain-etimológicamente significa fin del verano). Festejaban el término de la cosecha y el inicio de un tiempo con noches largas y días cortos, eran días de invocación a los dioses y la creación de un ambiente favorable para el reencuentro con los seres queridos que ya no estaban. En esa época se utilizaban grandes nabos que se ahuecaban para poner una lumbre dentro que sirviera de guía a los difuntos en su camino al reencuentro. Los emigrantes irlandeses llevaron a los Estados Unidos esta ascentral fiesta, aunque los nabos fueron sustituidos por la siempre noble calabaza, más grande y fácil de ahuecar. No debemos detenernos en analizar lo positivo o negativo de esta o de cualquier otra celebración ya de eso gastamos nuestra cuota , somos humanos y necesitamos que lo espiritual cubra nuestra mente, aunque sea un segundo en el reflejo de una luz o en el temor a una noche mágica de brujas y espíritus.